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En la Iglesia de Cristo descubrirá un cálido grupo de discípulos dedicados a seguir a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y encontrará un lugar para conectarse con familias, matrimonios, jóvenes, adolescentes y niños. ¡Únase a nosotros en nuestros servicios dominicales y los miércoles y sea parte de nuestra comunidad y adoración!
Estar aquí se siente como volver a casa
Servimos a un Dios asombroso. Él ama cuando nos reunimos para glorificarlo como familia.
Cuando visitas y experimentas a Dios, queremos que sientas que recibiste una carta de tu casa; es familiar Encontrarás un lugar para conectarte con una familia real. Un lugar donde la gente de fe en Jesús se reúne para adorar a Dios y desarrollar relaciones amorosas.
La primera hora, disfrute de una clase de Biblia donde puede participar de la palabra de Dios en un ambiente desafiante y cálido.
Durante la siguiente hora, adoramos con alabanzas en canciones sin acompañamiento instrumental, oramos, tomamos la Cena del Señor y escuchamos un mensaje alentador y reconfortante de la palabra de Dios. Tanto en la Cena del Señor como en nuestra ofrenda, no se sienta obligado a participar. Simplemente puede pasar las bandejas.
¿Qué harán mis hijos?
Cuando llegue, ayudaremos a sus hijos a encontrar una clase bíblica apropiada para su edad donde puedan participar de la palabra de Dios en un ambiente amoroso y divertido.
Justo antes del mensaje, los niños de 3 años hasta Kindergarten pueden irse para asistir a un período de adoración apropiado para su edad. Además, durante el culto, una guardería asistida está disponible para edades de 2 meses a 23 meses.
Tiempos de Reuniones
Domingo
8:00am o 11:30am Adoración
Para más información contacte a Adán Guerrero Ministro de Congregación de habla hispana. josueadan326@gmail.com
Nuestra proposito
Adorar a Dios (Mt.4:10; 1Pd.2:9)
Ministrar al projimo (1Pd.4:10)
Evangelizar a toda criatura (Mt.28:18-20)
Comunion en el cuerpo de Cristo (Ef.2:17-19)
Edificacion de los santos (Ef.4:12-13)
Lo que creemos /Nuestra FE
Creemos que la Biblia es inspirada por Dios, y así los 66 libros de la Biblia que nos fue dado por el Espíritu Santo constituyen la final y completa revelación de Dios. Creemos que la Biblia como inspirada por Dios contiene el sople (halito) de Dios, por eso es más cortante que toda espada de dos filos (2Tim.3:16-17; Heb.1:1-2).
Creemos que los autores humanos que escribieron la Biblia fueron inspirados por el Espíritu Santo y que, a través de sus personalidades individuales y diferentes estilos de escritura, componían y grababan la palabra de Dios al hombre (2 Pedro 1:20-21) sin error en todo lo escrito (Mateo 5:18; 2 Timoteo 3:16).
Creemos que la Biblia que proviene de Dios, es la única regla de fe y practica autorizada para guiarnos en la vida espiritual (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1: 16-21; 1Corintios 2:7-14; Salmo 119: 10).
Creemos que, mientras que puede haber varias aplicaciones de cualquier pasaje dado de la escritura, no hay más que una verdadera interpretación. El significado de la escritura se encuentra cuando uno aplica diligentemente el método gramatical-histórico literal de interpretación bajo la iluminación del Espíritu Santo (Juan 7:17; 16:12-15; 1 Corintios 2:7-15; 1 Juan 2:20). Es responsabilidad de los creyentes determinar cuidadosamente la verdadera intención y el significado de la escritura, reconociendo que la aplicación adecuada es vinculante para todas las generaciones.
Creemos que no hay sino un Dios viviente y verdadero (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5-7; 1 Corintios 8:4), un Espíritu Infinito y omnisciente (Juan 4:24), perfecto en todas sus propiedades, y uno en esencia, que existe eternamente en tres personalidades, coeternas — Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 1:1; 14; 16:12-15).
DIOS EL PADRE. Creemos que Dios el padre, ordena y dispone de todas las cosas según su propio propósito y gracia (Salmo 145:8-9; 1 Corintios 8:6). Él es el creador de todas las cosas (Génesis 1:1-31; Efesios 3:9). Como el único gobernante absoluto y omnipotente en el universo, él es soberano en la creación, la providencia y la redención (Salmo 103:19; Romanos 11:36). Su paternidad involucra tanto su designación dentro de la Divinidad como su relación con la humanidad. Él ha decretado para su propia gloria todas las cosas que vienen a pasar (Efesios 1:11). Él continuamente sostiene, dirige y gobierna todas las criaturas y eventos (1 Crónicas 29:11).
DIOS EL HIJO. Creemos que Jesucristo, posee todas las excelencias divinas, y en estos es coigual y coeterno con el Padre (Juan 10:30; 14:9). Creemos que Dios el Padre creó según su propia voluntad, a través de su hijo Jesucristo, por quien todas las cosas continúan en existencia y en operación (Juan 1:3; Colosenses 1:15-17; Hebreos 1:2).
Creemos que Jesús es el Hijo de Dios. Creemos que Él nació de una virgen (Isaías 7:14; Mateo 1:23, 25; Lucas 1:26-35), que él era Dios encarnado (Juan 1:1, 14); y que el propósito de la encarnación era revelar a Dios, redimir a la humanidad y gobernar sobre el Reino de Dios (Salmo 2:7-9; Isaías 9:6; Juan 1:29; Filipenses 2:9-11; Hebreos 7:25-26; 1 Pedro 1:18-19).
Creemos que Jesús nuestro Señor vivió una vida sin pecado, derramó Su sangre muriendo en una cruz, fue sepultado y resucitado de entre los muertos tres días después. Creemos que nuestra justificación es asegurada por su resurrección literal y física de los muertos y que ascendió a la mano derecha del Padre, donde ahora media como nuestro abogado y sumo sacerdote (Mateo 28:6; Lucas 24:38-39; Hechos 2:30-31; Romanos 4:25; 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1 Juan 2:1).
Creemos que Jesús es el único camino hacia el Cielo (Hechos 4:12, Juan 14: 6) y es el único digno y capaz de redimirnos y salvarnos de nuestros pecados (Hebreos 9: 11-15). Creemos que un día Jesús volverá para tomar la iglesia para vivir con él para siempre (Hechos 1:11, I Tes 4: 16-17).
Creemos que en la resurrección de Jesucristo de la tumba, Dios confirmó la Deidad de su hijo y dio prueba de que Dios ha aceptado la obra expiatoria de Cristo en la Cruz. La resurrección corporal de Jesús es también la garantía de una futura vida de resurrección para todos los creyentes (Juan 5:26-29; 14:19; Romanos 1:4; 4:25; 6:5-10; 1 Corintios 15:20, 23). Creemos que Jesucristo volverá por la iglesia, que es su cuerpo, recibiéndola en los cielos en gloria, introduciéndola en la eternidad (hechos 1:9-11; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 21).
DIOS EL ESPIRITU SANTO. Creemos que el Espíritu Santo es un ser divino, eterno, poseedor de todas las propiedades de la Deidad, incluyendo el intelecto (1 Corintios 2:10-13), las emociones (Efesios 4:30), la voluntad (1 Corintios 12:11), la eternidad (Hebreos 9:14), omnipresencia (Salmo 139:7-10), omnisciencia (Isaías 40:13-14), omnipotencia (Romanos 15:13) y veracidad (Juan 16:13). En todas las propiedades divinas él es coigual y coeterno con el Padre y el Hijo en esencia (Mateo 28:19; Hechos 5:3-4; 28:25-26; 1 Corintios 12:4-6; 2 Corintios 13:14; Jeremías 31:31-34 con Hebreos 10:15-17).
Creemos que el Espíritu Santo es el maestro Divino, que guio a los apóstoles a toda la verdad cuando se comprometieron a escribir la revelación de Dios, la Biblia (2 Pedro 1:19-21). Cada creyente posee la presencia residente del Espíritu Santo en su vida desde el momento de la salvación, que trabaja para capacitar y equipar a la iglesia del Señor. Su presencia en nuestras vidas muestra que pertenecemos a Dios y es el deber de todos los nacidos del espíritu ser guiados (controlados, movidos, dirigidos) por el espíritu (Juan 16:13; Romanos 8:9; Efesios 5:18; 1 Juan 2:20, 27; 1 Corintios 3:16, 6:19).
Creemos que, en el pecado de Adán, que fue desobediencia a la voluntad revelada y a la palabra de Dios, el ser humano perdio su inocencia, incurrió en la pena de la muerte espiritual y física, convirtiéndose en sujeto de la ira de Dios, y inherentemente corrupto y totalmente incapaz de elegir o hacer lo que es aceptable para Dios, aparte de la gracia de Dios. La salvación del ser humano es por lo tanto enteramente por medio de la gracia de Dios a través de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo (Génesis 2:16-17; 3:1-19; Juan 3:36; Romanos 3:23; 6:23; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:1-3; 1 Timoteo 2:13-14; 1 Juan 1:8).
Creemos por tanto que el pecado es no alcanzar, quebrantar, violar la ley de Dios y rebelarse contra él. El pecado está presente en todo ser humano: consiste no sólo en las cosas malas que hacemos, sino también en las cosas buenas que dejamos de hacer (Santiago 4:17). Se manifiesta no sólo en la palabra y la acción, sino también en el pensamiento (Mateo 5: 28). La Biblia enseña que todos nosotros hemos pecado (Romanos 3:23, I Juan 1: 8-10).
Creemos que la salvación es totalmente de Dios por gracia en base a la redención de Jesucristo, el mérito de su sangre derramada, y no sobre la base del mérito humano o de ninguna obra humana (Juan 1:12; Efesios 1:7; 2:8-10; 1 Pedro 1:18-19).
Creemos que el amor y la justicia de Dios se integraron en la cruz. Puesto que Dios es justo, no puede simplemente ignorar o pasar por alto nuestro pecado, sino porque Él tambien es amor, quiere estar en comunión con su creación. La solución fue enviar a Jesús su hijo unigenito para proveer:
Regeneración. Creemos que la regeneración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo (nacer de nuevo), es instantáneo y se logra únicamente por el poder del Espíritu Santo a través de la instrumentalidad de la palabra de Dios (Juan 5:24; Juan 3:3-7; Tito 3:5). La regeneración genuina se manifiesta con frutos dignos de arrepentimiento, como se demuestra en actitudes y conductas justas. Las buenas obras son la evidencia adecuada y el fruto de la regeneración (1 Corintios 6:19-20; Efesios 2:10), y se experimentará en la medida en que el creyente se somete al control del Espíritu Santo en su vida mediante la obediencia fiel a la palabra de Dios (Efesios 5:17-21; Filipenses 2:12B; Colosenses 3:16; 2 Pedro 1:4-10). Esta obediencia hace que el creyente se conforme cada vez más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo (2 Corintios 3:18).
Justificación. Creemos que la justificación ante Dios es un acto de Dios (Romanos 8:33) por el cual él declara justos, absolviendo de pecado a aquellos que, por medio de la fe en Cristo, se arrepienten de sus pecados (Lucas 13:3; Hechos 2:38; 3:19; 11:18; Romanos 2:4; 2 Corintios 7:10; Isaías 55:6-7), lo confiesan como Señor Soberano (Romanos 10:9-10; 1 Corintios 12:3; 2 Corintios 4:5; Filipenses 2:11), y siendo bautizados (sumergidos) para el perdón de sus pecado (Hch.2:38). Esta rectitud es aparte de cualquier virtud u obra del ser humano (Romanos 3:20; 4:6) e implica la imputación/colocación de nuestros pecados a Cristo (Colosenses 2:14; 1 Pedro 2:24) y la imputación/colocación de la justicia de Cristo a nosotros (1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21). Por esta razón, Dios puede, “ser el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:26).
Santificación. Creemos que cada creyente es santificado (apartado) para Dios por medio de la justificación y, por lo tanto, es declarado e identificado como un santo dentro de la comunidad de los santos. Esta santificación es posicional e instantánea, siendo trasladado al reino de su amado Hijo, (Hechos 20:32; 1 Corintios 1:2, 30; 6:11; 2 Tesalonicenses 2:13; Hebreos 2:11; 3:1; 10:10, 14; 13:12; 1 Pedro 1:2). Creemos también por obra del Espíritu Santo, en la santificación progresiva por la cual el estado del creyente es llevado a gozar de su consagración y transformación a través de la justificación. Mediante la obediencia a la palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo, el creyente es capaz de vivir una vida de creciente santidad conforme a la voluntad de Dios, volviéndose cada vez más como nuestro Señor Jesucristo (Juan 17:17, 19; Romanos 6:1-22; 2 Corintios 3:18; 1 Tesalonicenses 4:3).
Dios ha provisto el camino de salvación, pero debemos elegir obedecer o rechazar su don de salvación. Obedecemos el don de la salvación por medio de la fe. La fe es algo más que ascenso intelectual (Santiago 2:19); se completa con nuestras acciones (Santiago 2:22). Una respuesta de fe obediente a Jesús incluye arrepentimiento (Hechos 2:38), confesión (Romanos 10: 9) y bautismo (Hch.2:38). Así como Cristo murió, fue sepultado y resucitado de entre los muertos, también nosotros debemos ser sepultados con Cristo en el bautismo y luego ser resucitados para vivir una vida nueva (Romanos 6: 4). En el momento de nuestro bautismo nuestros pecados son perdonados y el Espíritu Santo viene y reside en nosotros (Hechos 2:38); adicionalmente, somos agregados a la Iglesia (Hechos 2:47). A través de nuestras vidas continuamente estamos siendo transformados en la imagen de Cristo por Su Espíritu que vive en nosotros, y de esa manera poder reinar en nuestros corazones y vidas (2 Corintios 5: 18-19, I Tesalonicenses 5: 9- 10, I Pedro 3:18 y Romanos 6:23). ¡Por eso el Evangelio es Buenas Nuevas!
¡Creemos que la iglesia pertenece al Señor! Es su cuerpo y cada cristiano es un miembro de ese cuerpo. No se define racial, étnicamente. social, o geográficamente. El propósito de la iglesia es glorificar a Dios (Efesios 3: 10-11). Dios es glorificado cuando nos acercamos a Él (Efesios 4: 11-16) y cuando nos acercamos a los que nos rodean con el amor de Cristo (Lucas 9: 2).
Creemos que la formación de la iglesia, el cuerpo de Cristo comenzó el día de Pentecostés (Hch 2:1-21, 38-47). Creemos que el establecimiento y la continuidad de las congregaciones locales se enseña y se definen claramente en las escrituras del Nuevo Testamento (Hechos 14:23, 27; 20:17, 28; Gálatas 1:2; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1), y que los miembros del único cuerpo espiritual están dirigidos a congregarse en asambleas locales sirviendo fielmente (1 Corintios 11:18-20; Hebreos 10:25).
Creemos que la única autoridad suprema para la iglesia es Cristo (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; Colosenses 1:18) y que el liderazgo de la iglesia, los dones, el orden, la disciplina y la adoración son establecidos y ordenados a través de su soberanía, tal como se encuentra en las escrituras (Biblia). Los oficiales bíblicamente designados que sirven bajo Cristo y sobre la congregación son ancianos (también llamados obispos, y pastores; Hechos 20:28; Efesios 4:11) y diáconos, que ambos oficios deben cumplir con las necesidades bíblicas (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9; 1 Pedro 5:1-5). Creemos que estos líderes lideran o gobiernan como siervos de Cristo (1 Timoteo 5:17-22) y tienen autoridad en dirigir la congregación, y la congregación debe someterse a sus dirigentes (Hebreos 13:7, 17).
Creemos que el propósito de la iglesia es glorificar a Dios (Efesios 3:21), edificarse en la fe (Efesios 4:13-16), por instrucción de la Palabra (2 Timoteo 2:2, 15; 3:16-17), por comunión (hechos 2:47; 1 Juan 1:3), guardando las ordenanzas (Lucas 22:19; Hch 2:38-42) y avanzar y comunicar el Evangelio a todo el mundo (Mateo 28:19; Hechos 1:8; 2:42), siendo llamados todos los santos al servicio de la obra de Dios (1 Corintios 15:58; Efesios 4:12; Apocalipsis 22:12).
Creemos que la forma escritural del bautismo bíblico es por inmersión total de la persona, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para el perdón de los pecados (Hch.2:38). Creemos que el bautismo, es la obediencia al mandamiento de bautizar a todo aquel que cree, y que el bautismo es la evidencia e inicio del nuevo nacimiento (Rom.6:3-5; Hch.22:16).
Creemos que solamente la iglesia del Señor puede administrar la Cena del Señor y el bautismo por inmersión, bajo la autoridad de Cristo Jesús (Mt.28:18-20; Mt. 26: 26-29; 1Cor. 11:23-26).
Creemos que Jesús, murió, fue sepultado, resucito al tercer día, ascendió al Padre, y ahora está a la diestra del Padre, intercediendo por los santos, y que regresara por segunda vez como el Hijo del Hombre, sin relación al pecado, para juzgar a todo el mundo, buenos y malos en el juicio final de las naciones.
Creemos que, en Su segunda venida, Cristo recompensara a los santos y otros que no están escritos en el libro de la vida, serán condenados por la eternidad. Creemos que en Su venida, la iglesia, su cuerpo, será transformada a la imagen de la gloria suya, y así estaremos siempre por toda la eternidad con el Señor, en los cielos nuevos y tierra nueva (Hch.1:11; 2Tim.4:1; Mt.16:27; Ap. 20:11-15).
La vida cristiana busca a través de la gracia de Dios y del poder del Espíritu vivir cada día el camino de Jesús nuestro Señor. Somos personas defectuosas e imperfectas, pero Dios en su misericordia nos está transformando cada vez más a la imagen de su Hijo. Juntos como iglesia, nos aferramos a Cristo a medida que crecemos en sacrificio, servicio, fe, esperanza y amor (Romanos 12: 1-2; Gal 5: 22-25; 1Cor.13:13; 2 Corintios 3:18).